martes, 12 de enero de 2016

Renacer, parte I.

Sentir un escalofrío como un latido etéreo, enorme. Pensar ¿habrá más cuerpos que lo hayan notado? ¿ha sido el primero o el último? ¿ha nacido una esperanza, un cuerpo dispuesto a desconocerse? ¿ha muerto? ¿se ha ido el último de todos los gritos que rasgaban y sólo ha dejado una pared llena de sangre? ¿qué fue antes? ¿el crimen o la poesía? ¿el miedo o el enunciado? Miedo es una palabra que tiembla, el miedo también late. Dentro del miedo se esconde todo, se esconden tantas cosas. Dentro del miedo hay monstruos que se revuelven, por eso cuando lo piensas tiemblas. ¿Es cierto? La palabra se hace tu dueña. Si piensas miedo estás dentro, y te retuerces. Decides olvidarla, decides olvidar la palabra, des-aprehender el concepto, dormir debajo de la cama, no mirar fijamente un ojo en un espejo. Has matado el miedo. Caminas por la calle sabiendo que los demás no lo saben, que no son capaces de intuir que lo has hecho. Tú has matado a lo inefable, y caminas orgullosa.

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