Idealízame.

Idealízame.
Conviérteme en la heroína de tu cuento y de tus venas.
Hazme la chica que termina convirtiéndose en protagonista.
Descríbeme guapa
enfadada, cansada, agobiada
triste, melancólica y masacrada,
pero siempre guapa.
Introdúceme en el mundo que crea el humo de tus cigarros insomnes,
anúdame a la historia más realista y sucia que puedas imaginar
y alarga el clímax de mi drama porque no quieres que llegue nunca
al desenlace.

Idealízame.
Llámame musa.
Escríbeme los versos más bonitos en las noches más tristes.
Bésame todas las metáforas y defiende que somos la sinestesia más bonita de nuestro puto mundo.
Siénteme en un papel
ámame, ódiame, añórame,
pero siénteme.
Sonríe por pensarme y no llores por miedo a borrarme la tinta.

Idealízame.
Piensa en mi tantas veces como no lo merezco.
Duérmete tras ansiarme y sueña que soy normal.
Levántate a media noche y abraza el frío que dejo
a cada paso de ausencia que doy.

Idealízame.
Déjame la puerta abierta
por si como gata callejera
me canso de los humanos
o caigo de algún tejado
y me da por volver.

Idealízame.
Hipnotízate porque soy péndulo y te excita verme oscilar.
Guíate por las horas que marcan mis ganas
y bésame las agujas a la espera de que algún día estén en hora a la hora de tu verdad.

Idealízame.
Idealízame porque no puedo pretender que alguien pase la vida a mi lado
cuando si pudiera
yo misma me habría besado la frente mientras duermo
y me habría ido.
Idealízame como si no hubiera mañana,
porque no quiero despertar
a las primeras campanas
y ver que ya no estás.

Idealízame,
y si aún haciéndolo
decides quedarte
no te vayas nunca.